Claves para imaginar... una fantasía

Conociendo perfectamente las características y perfiles emocionales de los cuatro hombres que se van a jugar el título de la categoría reina del Mundial, caí en la percepción de convivir, un día sí y otro también, en una especie de angustia y emoción que me asaltaba en permanencia y de forma obsesiva semana tras semana desde que acabó el Mundial 2012.

Os juro, especialmente a los que me leéis y me conocéis desde hace 40 años, que nunca sentí tanta zozobra, tanto respeto y tanto temor por los protagonistas de un Mundial como este año.

Habéis leído bien, temor.

¿Sabéis por qué?

Porque nunca antes se dio un ADN tan bélico, reivindicativo y sobre todo temerario en la historia del Campeonato del Mundo de Motociclismo como el ADN que aportan los protagonistas del Mundial 2013.

Eran tantas las angustias y las verdades que presentía, que busqué la forma de explicaros a todos, porque percibo temor, y tanta admiración a la vez, sobre el desarrollo de la universal pelea que va a enfrentar las dos Honda oficiales contra las dos Yamaha oficiales.

Me pregunté, en qué contexto escribo yo lo que pienso que ellos sienten, cada uno respecto a los otros tres, que encaje, se sostenga, y no admita discusión.

Sólo se me ocurrió un formato.

Una obra de teatro.

Me pareció el único modo de poder utilizar a los cuatro personajes, Lorenzo, Valentino, Pedrosa y Márquez, protegido por la licencia de autor, que puede, en su derecho intelectual, expresar una opinión, incluso dramatizarla.

Literariamente y caricaturizándola con salero, con gracia y con un guiño al entretenimiento.

Parte de esta obra se inspira en el romancero gitano de Lorca y, como veréis, aparecen expresiones como gitanos en celo, cuchillos, desafíos a muerte, etc., etc., para enfatizar la tensión del texto.

Creo que este trabajo es un experimento único en el mundo del periodismo y con certeza en el periodismo de la motocicleta.

Los hechos ocurren en un teatro imaginario donde se reúnen 100.000 personas, en un escenario donde los protagonistas son dos Honda y 2 Yamaha sobre sus caballetes, y sobre ellas, sus jinetes.

Se trata de cuatro monólogos, micro en mano, que inicia Lorenzo y finaliza Márquez.

El protocolo se sostiene en que cada piloto dice lo que piensa, según el autor de esta obra, sobre los otros tres pilotos antes de empezar el Mundial.

El primer acto es corto, el autor describe el teatro y el ambiente previo a la función, el segundo acto es largo y transmite todo el dramatismo de los actores, y el tercero y último es corto y deja las claves de la razón de esta obra.

Difícilmente, y me dirijo a los fans de los cuatro extraordinarios pilotos, puede haber ofensas y ofendidos, porque Jorge, Valentino, Dani y Marc se compensan unos a los otros utilizando el texto de la obra como dardos afilados que corresponden a sentimientos que yo estoy convencido de que en algún modo sienten como suyos, pero jamás, jamás, dirían en público.

Como toda obra tendrá, entre los lectores, entusiastas y detractores.

Adelanto que no he pretendido agradar, ni desagradar, ni mucho menos crear escuela.

Como he anticipado al principio de esta obra que he escrito a ratos durante el último mes, se corresponde a un impulso que jamás sentí antes y que tiene que ver con mi certeza de que Pedrosa, que nadie lo dude, el mejor Pedrosa desde que se hizo piloto, va a detonar el Mundial sin importarle ni daños, ni consecuencias.

Mi sentimiento añade que el joven Márquez no sabe de ídolos, ni de respetos debidos, ni de tiempos de aprendizaje, y frente a esas dos actitudes, que no tienen límite, ni cerraduras, está un Lorenzo que pilota por encima de la perfección, y que no sabe aún si su corazón estará dispuesto a dejar la perfección… y pelear por honor.

De Rossi, observador.

Por todo lo dicho, por el respecto e impacto que me causan los personajes, sólo por eso, he escrito esta obra.

Que nadie dude que vamos a ser testigos del mejor Campeonato del Mundo de la historia, y a la emoción de esa certeza se une en mi interior un miedo que lo hace a mis ojos más épico

Os dejamos, de momento, con el primer acto de la obra de teatro

1. Acto primero: el teatro

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