Cinco motos horribles

Es cierto que con los tiempos los cánones de belleza y estética van cambiando, pero una cosa debe permanecer incólume: que las proporciones, sean o no áureas, se mantengan dentro de unos límites.

Hace cincuenta años las curvas de Sofía Loren volvían locos a los hombres. Esa belleza exuberante y voluptuosa, marcada por unas enormes y marcadas caderas italianas, eran el no va más. Pasaron los años y a finales de los sesenta las minifaldas y las chicas delgadas y sin curvas cobraron protagonismo, como la modelo británica Twiggy. Adiós curvas; lo plano e insulso estaba de moda. Un poco más adelante, ya en los noventa, lo que más atraía a los hombres era la belleza neumática de Pamela Anderson y sus atributos, más bien les atraía las maravillas de la silicona. Lo exagerado y para nada natural era el mejor reclamo...

Pues con las motos ocurre otro tanto de lo mismo. Parece ser que, actualmente, nos hemos olvidado de la belleza y simplicidad de una naked británica de los sesenta, de las provocadoras curvas de una italiana de los setenta y ochenta, y de las agresivas líneas de las motos niponas de los noventa. Las motos deben de tener unas proporciones, unas curvas o una simplicidad implícita. No puede ser que una moto sea un ladrillo, literalmente. Y a las pruebas me remito.

Y es que la Voxan Wattmann, la Lito Sora o la Mission One eléctricas son verdaderos armarios, sin curvas, sin chasis tubulares a la vista, no son ligeras estéticamente hablando, no insinúan nada. No son motos, son ladrillos con dos ruedas. Más ejemplos los encontramos en otras realizaciones como la Saietta: esta sí tiene curvas, más bien una joroba, y sus proporciones estéticas dejan mucho que desear. Comprendemos que una moto eléctrica tenga unos compromisos técnicos, pero ¡por Dios bendito!, diseñen motos no kits de Lego.

Y hablando de motos con motores convencionales, las realizaciones artesanales como las Lazareth, Renard y otras, parecen que siguen los cánones marcados por algunos de los últimos diseños de motos eléctricas.

Horribilis:

  • Lito Sora. ¿Por qué? Siendo una eléctrica de última hornada podrían haber hecho un diseño más ligero, pero no. Al final es un ladrillo con un largo brazo posterior y una rueda, un conjunto desequilibrado. Las baterías imponen su peaje.
  • Mission One¿Por qué? Sí, sabemos que este diseño tiene un tiempo, y que el modelo actual es más agraciado, pero este primer diseño, de formas angulosas, simples, casi de mecano, es de ¡juzgado de guardia!
  • Saietta. ¿Por qué? Podemos aceptar que una moto eléctrica sea ecológica y con una estética poco agraciada, ¡pero tanto! La verdad, será diseño italiano, pero es la más fea, con diferencia. Es desproporcionada, sensación aumentada por su desafortunada joroba. Y creo que la distribución de masas tampoco será la mejor del mundo.
  • Voxan Wattman. ¿Por qué? Esta es lo último de lo último en motos eléctricas, pero su diseño, obra de Sacha Lakic, no es garantía de nada. De hecho la podría haber diseñado yo mismo, porque para hacer un ladrillo con ruedas no hace falta llamarse Lakic. Sacha, ¡tú puedes diseñar cosas mejores!
  • Renard GT. ¿Por qué? Un motor como el Guzzi V2 merece estar en una parte ciclo ligera, como en la antigua Le Mans III de principios de los 80. ¡Eso sí era una moto! Esta es como una urna funeraria recostada, con un asiento en forma de estante y una suspensión delantera que podrá ser de todo menos estéticamente agraciada. Parece que montar una horquilla normal sea pecado.

Yo puede que tenga una opinión muy personal al respecto, por lo que os dejo que juzguéis vosotros mismos. ¿Según vosotros, cuál es la más fea?

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