BMW F 800 R: Te sorprenderá

Desde su aparición, la BMW F 800 R es una moto que jamás ha dejado de sorpren­dernos gratamente por su excelente dinamismo. Siempre ha sido un modelo que te ofrece más de lo que te esperas, con mu­chas virtudes y muy pocos defectos. Sabidas ya sus bondades de versiones anteriores, di­fícilmente nos iba a pillar por sorpresa esta nueva generación. Y una vez más nos llevó más allá de lo esperado y nos dejó un muy buen sabor de boca. ¿Quieres saber por qué? Sigue leyendo :) 

BMW ha introducido las mejoras en su medida justa para conseguir un upgrade en esta roadster. El conocido motor bicilíndrico en paralelo de 798 cc aumenta la potencia hasta los 90 CV por los 87 CV de la versión anterior. Aunque más significativo resulta con­tar con la primera y segunda más cortas para poder ofrecer una reacción más enérgica a baja velocidad y mejores recuperaciones en segunda. Tranquilos, la sexta sigue siendo larga para reducir los consumos al mínimo en vías rápidas.

Si el motor recibe mejoras, la parte ciclo no se queda atrás, todo lo contrario. La nue­va F 800 R presenta ahora una horquilla invertida en lugar de la convencional que montaba y las pinzas de freno son de an­claje radial. La ergonomía se ha revisado y la altura del asiento ha pasado de los 800 mm de antes a los 790 mm de la nueva, lo que facilita la accesibilidad. La mejora en el confort la remata el mani­llar de nuevo cuño y la reubicación de los estribos, ya que se encuentran 10 mm más adelante y 10 mm más aba­jo, consiguiendo que el ángulo de la rodilla sea menos agudo.

¿Y qué nos decís del nuevo gru­po óptico delantero y las plásticas elegidas? La delantera gana mu­chísimo con el faro de diseño si­métrico y le confiere una imagen inconfundible. También suma el nuevo guardabarros delantero, las llantas, los carenados late­rales y las tapas del radiador. Y si además va decorada en azul y blanco como la unidad de pruebas, resulta arrebatadora. Porque así la encontramos en el parking de Solo Moto, con su nuevo frontal y los emblemáticos colores de BMW. 

Nada más subirnos a su grupa nos dimos cuenta de su accesibilidad. Mentiríamos si di­jéramos que nos percatamos enseguida de esa reducción de 10 centímetros de la altura del asiento, pero sí os podemos decir que un usuario de 1,75 m hace pie con total seguridad y podrá maniobrar en parado sin problemas. Y eso que queda la opción de montar el asiento más bajo de 770 mm. Nuestra unidad de prue­bas iba equipada opcionalmente con puños calefactables, caballete central, ordenador de a bordo, control de par ASC y la suspensión regulable electrónicamente (ESA), entre otras delicatessen que después íbamos a agradecer, porque el día era frío, sin el rigor del invierno, pero frío. Desde las propias piñas podemos re­gular el ESA y controlar la información del orde­nador de a bordo; lástima que los odómetros se sigan gestionando desde los botones situados en el cuadro de instrumentos obligándonos a soltarnos de mano si los queremos manipular en marcha. 

Puedes creer o no en el amor a primera vista, pero casi siempre la primer impresión es la bue­na. Y la que nos dio la F 800 R fue muy buena. Por fuera es un modelo resultón estéticamente y una vez te subes a su grupa, te sientes có­modo desde el primer momento con los brazos estirados hacia el manillar de una forma natural, el cuerpo inclinado un poco hacia delante para aportar esa pizca de deportividad y los pies su­bidos los estribos con las piernas encogidas en su justa medida para poder hacer muchos kiló­metros sin que las rodillas pidan una tregua. La visibilidad de los retrovisores es buena, pero se­ría mejor si BMW montara unos espejos con los brazos más largos. Claro que haría el conjunto más ancho restando algún punto al pasar entre coches, pero se ganaría en visibilidad.

El motor es una delicia. Te pueden gustar o no los bicilíndricos en paralelo. A mí particularmen­te no me dicen gran cosa, aunque no le pode­mos quitar el mérito a su excepcional dinamis­mo. Llevas entre las piernas un motor que ofrece buenos bajos y recuperaciones y en la parte alta del tacómetro te regala un poco de punch de­portivo. Y todo gastando como un mechero, que se diría. Porque el bajo consumo, junto con sus prestaciones, es uno de los grandes atractivos. En contra, encontramos (disculpad la cacofonía) las clásicas vibraciones de este motor a partir de las 6.000 rpm, aunque monta una biela adicio­nal para compensar las masas. No son molestas para nada, pero ahí están. Además, en vías rápi­das quedan minimizadas, ya que monta una sex­ta más larga para también reducir el consumo.

Rodando por la ciudad apreciarás que sea una moto cómoda, con una buena respuesta a bajo régimen y en suma fácil de conducir. Ir al trabajo o a la uni con ella será uno de los buenos mo­mentos de tu día a día. Después, durante el fin de semana y las vacaciones, llegará el momento de disfrutar de ella. La nueva horquilla invertida la lleva a una nueva dimensión de sensaciones. Circulando tranquilamente por una carretera de montaña notarás que se deja llegar con total fa­cilidad, como si se conociera la carretera. Pero el punto y aparte viene cuando te dejas llevar y aprietas un poco el ritmo. Ahí te das cuenta de lo bien que va ese chasis, que siempre nos había gustado, ahora se ve enriquecido por la nueva horquilla. La dirección resulta más precisa. Aquí sí que notas que ha ganado en rigidez torsio­nal y a fondo va por el sitio. En este escenario, en carreteras secundarias y viradas, la tercera velocidad será tu mejor aliada. El motor es real­mente elástico sin necesidad de ir cambiando de marcha a cada entrada y salida de la curva buscando la mejor respuesta del propulsor.

La frenada ha ganado en mordiente. Las pinzas radiales aportan un plus de efectividad a lo largo de todo el recorrido de la maneta facilitando su dosificación. El ABS, de serie en BMW, será tu mejor aliado si te confías demasiado y ves que vas algo pasado para poder tocar la maneta sin miedo a perder la rueda delantera. Mención aparte merece el ABS en caso de tener que hacer una frenada de emergencia y sobre un piso resbaladizo donde sin él te irías al suelo sin remedio. Sin dejar de lado la electrónica, el control automático de estabilidad (ASC, un control de tracción sencillo) nos hará más tran­quilos los desplazamientos en caso de lluvia o sobre un suelo deslizante. Y el ESA es toda una virguería para poner a punto las suspensiones según las necesidades de cada momento. 

Sigues dejando atrás kilómetros y kilómetros sin que aparezcan síntomas de fatiga; buena señal. La tapa del cuadro de instrumentos desvía el aire lo suficiente para que no vayas peleándote todo el rato con él por vías rápidas donde el consumo, a velocidades legales, es como el de un maxiscooter, pues se sitúa en 4,8 litros cada 100 kilómetros. Y si lo sumas a una capacidad del depósito de 15 litros, dispondrás de más de 300 ki­lómetros de autonomía. Pero no sufras, porque aunque la aprietes más por ca­rretera en conducción deportiva, el con­sumo no es nada disparatado, como el resto de la moto: te sorprenderá. El es­pacio para el pasajero es amplio, cuenta con asideras y los estribos están altos pero sin ser una locura. Aunque es un rasgo de identidad propio de este mo­delo, el escape parece algo expuesto a pesar de que lleve sus protecciones.

Si la F 800 R te seduce, BMW te lo pone fácil con la Financiación Select, ya que puede ser tuya desde 135 euros al mes. Además también tienes la op­ción de limitarla a 48 CV para poder llevarla inicialmente con el carnet A2. Tú solo tendrás que decidirte por el color y por la cantidad de opciones y accesorios. El ABS es de serie y los puños calefactables y el control de par son dos opciones muy recomendables. Además, es un modelo del que disfru­tará tanto el usuario experto como el recién llegado a la moto grande con la limitación y también el público femeni­no. ¡Ah! Y está disponible en blanco luminoso, azul racing, combinación de blanco luminoso y azul racing, y com­binación de blanco luminoso y negro brillante.

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