Around Gaia: de Baku a Camboya

Around Gaia: de Baku a Camboya

Al principio a uno no le toman en serio, aunque presumamos de ser mentes abiertas, no creo que sea tan así. No tenemos el sistema de castas de Rajastán, pero casi, y a alguien que viene de un barrio obrero a las afueras de Sevilla no se le cree mucho cuando un día empieza a decir que va a dar la vuelta al mundo en una moto. Ni siquiera me habían visto en moto antes. ¿Y cuánto dinero necesitas?, es imposible. Ya se le va a pasar, pensaron muchos. No tenían ni idea.

Hasta aquí el típico mensaje, no voy a seguir hablando de ser per­sistente y de seguir tus sueños confiando en ti mismo, eso ya está quemado, me imagino que muchas veces será hasta vomitivo llegar a la oficina y que lo primero que te encuentras en Facebook es de nuevo el comentario de aquel chaval que dejó su cómoda vida para agarrar la mochila y dar la vuelta al mundo, dice que tiene la intención de motivarte, ¿pero lo consigue?

La última vez que escribimos para esta revista estábamos en Baku, moderna capital de Azerbaiyán, donde nos alojábamos plácidamente en casa de un amigo en el centro financiero de la ciudad. Por la no­che nos sacaba de bares y a comer a restaurantes elegantes, quería impresionarnos, todavía no sentíamos que dejábamos Europa y su mundo occidental atrás. Lo pasamos bastante bien. Ahora os escribo desde Phnom Penh, otra capital, esta vez de Camboya, donde nos dejan pasar los días que necesitemos en uno de sus más antiguos templos; aprovechamos para descansar el cuerpo. Compartimos ha­bitación y comidas con estos monjes tirados en el suelo. Seguimos pasándolo bien. Estas fotos totalmente diferentes representan el cam­bio que se produce en un viaje largo en el que varían constantemente las culturas, religiones, lenguas, hábitos... un consejo, tan sólo adap­tación, escarba un poquito y al final verás que todos somos personas, así de simple, relájate y disfruta, yo no le encuentro otro significado posible a la vida.

Nosotros elegimos el viaje como rutina. En este proyecto abrir la mente significaría dejar de excitarse por el hecho de sentir que llegamos lejos, dejar de pensar si conseguiremos patrocinios para futuros proyectos, de cómo vender el viaje o cómo hacer para que lleguen a más gente las publicaciones en las redes sociales. La idea es disfrutar del viaje, aprender a valorar lo importante, es a partir de entonces cuando realmente las fotos, vídeos y sobre todo las experiencias adquirirán valor.

Superación

Ahora escribiendo estas líneas es imposible no recor­dar episodios de este viaje, los días largos sin asfalto en el desierto del Kyzyl Kum, donde los problemas de escasez de gasolina te obligan a acampar hasta que pase alguien que pueda echarte una mano; las lá­grimas que aparecen de repente cuando finalmente ves a lo lejos humo saliendo de una chimenea; sí, ya estamos a salvo, la tormenta de nieve, la presión estrujando tu pecho a los casi 5.000 metros de altitud o los 20 grados bajo cero de noviembre de las mon­tañas de Pamir fueron una gran prueba de fuego para nosotros. O cómo no recordar los más recientes momentos compartidos con las diferentes etnias que puedes encontrarte en los bosques del norte de Laos, dormir en sus cabañas y degustar su cena de insectos fritos y aliñados. Nunca los habríamos probado si no fuera por esa adaptación que comentaba antes; además nos habían invitado a pasar la noche con ellos, cuestión de respeto. La sonrisa se viene a la cara automáti­camente, os lo puedo prometer.

No tienes que hacer lo mismo que nosotros, deja de mirarte en otros espejos y empieza a hacerlo en ti mismo, en el sitio en que te encuen­tras en este momento; quizás si no estás completamente feliz se trata solamente de cambiar de actitud.

Ahora nuestra aventura va de camino de cumplir su pri­mer año, el cuentakilómetros de la moto nos dice que nos estamos haciendo mayores, pero en experiencias, que no en nuestra forma de pensar, que sigue siendo rebelde e infantil, sin miedo a lo que vendrá, con ganas de jugar. Y aunque el viaje es duro y lo va a seguir siendo, ya lo fue desde antes de hacer nuestro primer kilómetro, siempre merece la pena.

La próxima vez quién sabe desde dónde os escribiremos, puede que sea desde alguna cabaña en medio del Amazonas, un hotel de las Vegas, o desde alguna estación de servicio que milagrosamente encontramos con Wi-Fi en medio de la Patago­nia. Sí, amigos, cuando terminemos con este sudeste asiático, apuntamos a América, a recorrerla de punta a punta. Espero que al menos alguno se contagie de este entusiasmo que queremos expresar por el viaje, la ruta y la moto, pero sobre todo por la vida, así que aprovecho para invitaros a conocernos a través de nuestra página web (www.aroundgaia.com) o mediante Facebook simple­mente buscándonos por Around Gaia.

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