Recuerdo con cariño mi Ducson S21, con la que viví la aventura de aprender a ir en moto en un ciclomotor, un producto nacional que casi nadie conoce.
Después de la bicicleta a los 15 años ya quería moverme en moto por mi pueblo, y es que era más una necesidad que un capricho, porque los autobuses de línea brillaban por su ausencia.
Si querías bajarte a Barcelona o irte al pueblo de al lado no había más remedio que tener un medio de desplazamiento personal, y a mi edad, en aquel momento, ya podía optar por un ciclomotor.
Así que le «calenté la oreja» a mi padre, en paz descanse, que nunca dijo ‘no’, solamente “se hará lo que se pueda”. Era motero y comprendía mi “calentón”.
Evidentemente no sería un ciclomotor nuevo sino de vete a saber qué mano, pero ya me estaba bien. El primero en llegar fue un Honda Serveta, con un pequeño motor de ciclo 4T monocilíndrico.
Duró poco porque era un ciclomotor “de strangis”, sin papeles, recuperado de un desguace, para aprender, o sea que no podía aventurarme a salir del pueblo so pena de que me la requisasen…
Así que a la segunda va la vencida y llegó la Ducson S21, ya totalmente legal. También era de segunda mano, pero estaba bastante entera.
Solo había que hacer mordazas de freno, limpieza, cambiar la cadena y el cable de gas, que siempre se rompía -y cuando pasaba tiraba del cable con la mano y conducía así…-, y poner una bombilla en el piloto trasero, que estaba fundida.

La Ducson S21 era muy rara, nadie la conocía y ni siquiera a las tiendas de recambios les era familiar
Evidentemente cambié la bujía y, ya puestos, repasé toda la tornillería y limpié el filtro del aire y el carburador.
Lo hice todo yo mismo -tenía 15 años-; mi padre me trajo el recambio y yo me arremangué e hice la puesta a punto. Y también la personalicé: le coloqué un par de pequeños adhesivos. ¡Ya estaba lista!
Era un cacharro raro, con guardabarros de aluminio, de pequeño tamaño -iba encogido sobre ella-, neumáticos de tacos, llantas de radios, y un depósito de gasolina que tenía en su parte superior una guantera con llave.
Al principio la usé como diversión, comencé a ir pueblo arriba, pueblo abajo, y me aventuré a hacer la carretera de curvas de la carena de La Conrería -disfrutaba solo en bajada, claro-.

Llegó la primera caída, sin consecuencias -vendrían más accidentes, claro está, aunque a baja velocidad-, y la primera multa -por exceso de velocidad, curiosamente, aunque no pasaba de 45 km/h ni loco, por lo que no entiendo la denuncia…
Al principio la usé por diversión, pero luego comencé a trabajar de mensajero con ella
Al poco tiempo me surgió la oportunidad de trabajar como mensajero y la comencé a utilizar intensamente.
La Ducson S21 estaba fabricada en Mollet, en la provincia de Barcelona, por la empresa ICSSA, Industrias Ciclistas Solá S.A. Curiosamente estaba a media hora de ciclomotor de mi pueblo, cosas de la vida.
Y eso fue de maravilla porque como era un ciclomotor tan raro las tiendas de recambios no tenían nada de ella. Así que cuando necesitaba recambios, con previsión, me acercaba a la fábrica y allí me vendían el recambio.
Cuando acudí por segunda vez a comprar recambio ya me dieron el libro del despiece con los códigos de cada pieza, y así la compra con el código sería mucho más rápida y les ahorraba trabajo.
Y es que a la pequeña Ducson le hacía muchos quilómetros con el tema de la mensajería, siempre por ciudad. Lo más normal era comprar mordazas de freno, cables de gas y embrague, platinos y bujías.

De cuando en cuando tocaba comprar cojinetes de las ruedas -¡eran de fabricación rusa!-, cadena de transmisión y bombillas.
Yo mismo me hacía el mantenimiento, menos las operaciones de soldadura
Cada medio año tocaba quemarle el silencioso de escape, que se llenaba de aceite quemado transformado en grasa, que taponaba el escape y la moto no corría nada…
Y también tocaba soldarle las patillas que sujetaban el cilindro al chasis, que se rompían con bastante asiduidad. Y no te digo lo poco que duraba la bombilla del piloto trasero…

La Ducson duró tres años, hasta que cumplí los 18, momento en el que me saqué el carnet A2 -sí, en aquel momento el carnet “gordo” para llevar cualquier moto-, y me compré una Ducati 160 Sport, sí, aquella con la que me fui a la mili.
ICSSA bajó la persiana en 1988, cinco años después de dejar arrinconada mi pequeña y querida Ducson -marca que cuenta con un club de simpatizantes-, desgraciadamente otra fábrica más de motos nacional que cerraba…
No sé realmente qué hizo mi padre con aquella Ducson S21, pero realmente la disfruté -y la sufrí- y me enseñó mucho de lo que luego aplicaría en mi vida de motero, y sin riesgo. ¡Qué gran escuela!
Cosa curiosa, no hace mucho subastaron una en Bonhams, de una colección privada de nuestro país, y la vendieron por unos 1.500 euros…
En aquella época aprendíamos con ciclomotores, legalmente, desde los 14 años, y no había más accidentes que ahora.
«Alguien» decidió que 14 son pocos años, lo subió a 16 y empezó la catástrofe de ventas de ciclomotores, pues ya con esa edad te esperabas un poco y te comprabas una «moto moto».
Yo conservo una s21 y contento