Ayer fue el día de la presentación del LCR Honda de Lucio Cecchinelo, que ha cambiado a Álex Márquez por Álex Rins para esta temporada. Es decir, Álex x Álex. Takaaki Nakagami seguirá un año más, en el que deberá despegar… o despedirse, porque Ai Ogura pide paso desde Moto2.
De estar sin moto a mitad de temporada pasada, el barcelonés ha recabado en el equipo satélite de Honda, una marca que está haciendo horas extra para conseguir reducir la enorme distancia que actualmente le separa ya no sólo de Ducati, sino también de Aprilia. Si lo conseguirá, eso es algo que veremos dentro de diez días en el test de Portimao, el último antes de que esto empiece en serio.
Rins confía en que será así porque, aunque está en el equipo de Cecchinelo, su contrato es de piloto de fábrica. Eso es algo que Álex tiene mucho en cuenta, ya que recibió una oferta de Ducati, pero no como piloto de fábrica.
Sus aspiraciones no son banales:
“Mi sueño actual es ser campeón del mundo, trabajo mucho y lucho por ello. Para ser campeón, necesitas trabajar mucho, estar con buenos profesionales, luchar en tu trabajo, con tu familia… debes tener todo bajo control”, afirma.

Dice que estos años es muy metódico y que en cada GP lo primero que hace es “estudiar y aprender el circuito, con notas de años anteriores, para entender la moto o saber los secretos de cada trazado”.
Siete años ya en la categoría reina:
“Esta va a ser mi séptima temporada en MotoGP y cada año aprendo algo nuevo”, confiesa, y concreta: “He aprendido mucho durante estos años: a trabajar bajo presión, a estar tranquilo con mucha presión y a tener mucha velocidad en pista”.
En estos siete años, sobre todo, ha madurado mentalmente: “Especialmente en los últimos años, he dado un gran paso en mi mentalidad para estar tranquilo y gestionar las diferentes situaciones. Empezaré 2023 con trabajo y determinación, trabajando en mi moto para tener un buen potencial”.
Dentro de sólo diez días, en Portimao veremos dónde están Rins y la Honda.