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“¡Al loro, que no estamos tan mal!”

Si tenemos en cuenta que, de los veintidós pilotos que corren en MotoGP, diez son españoles, y que el mejor clasificado entre ellos en el test de Portimao, previo al estreno del Mundial de MotoGP en ese mismo escenario este fin de semana, acabó séptimo (Alex Márquez), el panorama no pinta como para tirar cohetes en cuanto a las expectativas para nuestros representantes en la premiere del campeonato.

Pero para analizar unos entrenamientos de pretemporada como los que hubo en la montaña rusa del Algarve, no basta con echarle un vistazo a la primera hoja de los tiempos. La experiencia nos dice que la clasificación general, la tabla de cronos de las dos sesiones comparadas dice unas cosas… pero esconde muchas más.

Marc Márquez nunca fue muy elocuente en la pretemporada; jamás dio pistas veraces de sus opciones reales… a no ser que estas fueran meridianamente claras, como ha sucedido en alguna ocasión en que el desaguisado parecía indisimulable.

Antes de viajar hacia Portugal, en la presentación del equipo Repsol en Madrid -donde se habló más de carburantes sostenibles que de la propia temporada (“qui paga, mana” como dicen en mi pueblo…)– Marc aseguró estar preparado para luchar por los cinco primeros. ¡Ojo al dato!, que diría aquel.

Márquez no se tira jamás el rollo; nunca habla por hablar. Y, astuto como es, como todo gran campeón, jamás da puntada sin hilo. Si lo dijo es por que lo cree. Ni por asomo alimentaría falsas expectativas.

Pero, claro: coges la hoja de tiempos dichosa, y resulta que el de Cervera es … decimocuarto, a ocho décimas del imperial Bagnaia.

Sí. Cierto. Real como la vida misma. Pero vayamos más allá: a ocho del de Ducati, si; pero a cinco décimas del segundo que, glups, también lleva… otra Ducati.

Medio segundo por vuelta. Esa es la realidad de Pecco no sólo comparado con Marc, sino con el resto; al menos en esta fase del calendario.

La Honda sigue estando lejos de las mejores, pero en la poderosa escudería japonesa nadie duda de que la moto terminará siendo competitiva.

El de Honda se fue cabreado como un basilisco de Cheste; enfadado como una mona de Sepang; y algo menos disgustado de Portimao. Pero en ningún caso satisfecho.

Que la Honda no está para ganar es una evidencia. Pero que Márquez esté descartado para el podio, no parece tan claro.

Una evolución constante

En la entrevista que mantuvimos recientemente con él, y que podéis leer en el Solo Moto de marzo, el ocho veces campeón del mundo manifiesta tener confianza en la evolución de su moto a lo largo del tiempo. Dijo: “la moto de Sepang era mejor que la de Valencia, sin ser óptima. La del primer GP será mejor que la del test en el mismo lugar. Y hay que confiar -porque esto será así- que en Honda sabrán hacerla evolucionar a lo largo del año hasta hacerla funcionar como corresponde”.

De momento ya sabemos que el chasis “tipo Suzuki” ha quedado descartado, y que tras multitud de pruebas han encargado un bastidor “ad hoc” a Kalex y unos nuevos escapes a Akrapovic.

No me cuesta imaginar cómo se hubiera tomado Soichiro Honda esta situación… pero no hay que olvidar que el fundador de la marca inició su singladura empresarial fabricando pistones para… Toyota.

Que nadie se rasgue las vestiduras por este hecho. La moto que tendrán en el box del equipo Repsol HRC a partir de la carrera de Jerez aparenta ser un poco “Frankenstein” por la diversidad de proveedores que habrá. Pero eso siempre fue así, o ¿acaso ya no nos acordamos de cuando Verlicchi hacía chasis para Ducati a mediados de los setenta, cuando Offendstadt o Fior construían monocascos para Yamaha, o más tarde Cobas produciría el chasis Kobas para Rotax? Situaciones de urgencia las han vivido muchos. Y esta, evidentemente, lo es.

Márquez se crece los fines de semana de carreras. Y si en Portimao ve en los entrenamientos que es capaz -que lo será- de recortar dos o tres décimas a sus rivales, el domingo puede volver a ser “el día de la bestia”. Insisto: no para ganar, pero si para firmar un resultado que nos de alegría a todos y ponga las pilas a Honda.

Cuidado con Jorge Martín, Sin hacer ruido siempre ha estado entre los más rápidos en los test y, sobre todo, su ritmo de carrera es muy bueno.

No sólo de Marc vive el aficionado

Pero hay más. Analicen el ritmo de carrera de Jorge Martín: Asusta. Es casi comparable al del actual campeón mundial. Y, si sale bien, si no cae, el madrileño puede dar la campanada en un circuito que, de acuerdo, no le trae buenos recuerdos. Pero Jorge sabe que este año es crucial para él. O se gana de una vez por todas la credibilidad de Ducati para meterle en la estructura oficial de Borgo Panigale… o se va a Yamaha, donde muchos ya le colocan, vista la empanada que parece llevar Franky Morbidelli.

Y no se olviden de Alex Márquez, que desde que se ha sacado la Honda de encima parece otro. Ya no es aquella alma en pena que vagaba por el paddock en los dos últimos años. Alex vuelve a sonreír, en pista se le ve cómodo con la moto y a gusto con el equipo. Pero, sobre todo, se siente importante. Se sabe “escuchado”. Y bajo el paraguas de Ducati ha encontrado aquella receptividad que no encontraba con Honda.

Otro al que habrá que seguir de cerca: Álex Márquez es bicampéon mundial y correrá con la mejor moto. Un paquete ganador.

Portimao siempre se le dio bien a Alex. Sus resultados en los últimos tiempos así lo certifican. Y ahora, con una moto que “ya no me permitirá excusas” -como él mismo reconoció a Solo Moto- conoce perfectamente la importancia de este año. Tanto él como Marc reconocen que 2023 es una temporada más importante para el pequeño de los dos hermanos Márquez Alentá. Marc tiene contrato con Honda hasta finales de 2024, pero Alex sólo firmó por una temporada con Gressini. O lo hace bien esta vez, o puede que su trayectoria en MotoGP esté en riesgo. Y no lo digo yo, sino su propio hermano Marc.

Los Márquez, Jorge Martín, Mir por delante de Marc en su estreno con la Honda, las evoluciones aerodinámicas de la Aprilia que gustaron a Aleix y a Maverick, Rins que dice que quiere ser campeón del mundo, Pol que vuelve a ser feliz con la KTM…

Marc Márquez y Joan Mir: dos campeones mundiales de MotoGP juntos en el equipo con más entorchados.

Que nadie tire aún la toalla porque, como dijo alguien iluminado por la bola de espejo discotequero en medio de la pista de Luz de Gas: “¡Al loro¡ Qué no nos embauquen, que no estamos tan mal¡”.

Ojalá. Aunque, como dice un amigo mío, “Los optimistas son gente peligrosa de la que hay que alejarse”.  Huyan de mí entonces, al menos para esto de las motos. De lo otro, si acaso, ya hablaremos si se tercia.

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