El formato de la “100 Colls”, o “100 puertos de montaña”, ya nace con un pan debajo del brazo, porque cumple plenamente con las diferentes expectativas en el amplio espectro de los aficionados al motociclismo. Turismo, salida con amigos, compañerismo, competitividad, curvas, gastronomía, nuevas rutas y todo ello con la libertad de marcarse una ruta. Aunque luego es todo improvisar, planificar y no intentar ir todos agrupados, pero con la gracia de ir encontrando compañeros de viaje.
Todo esto son ingredientes que cada motard cocina a su modo, así que la experiencia es única para cada uno, pero común para todos. Esto la hace tremendamente atractiva, os lo podemos asegurar los que hemos tenido el gran privilegio de participar en esta 1ª edición…
En nuestro caso, varios miembros del R80 G/S Club se han inscrito con sus BMW clásicas de más de treinta años (Andreu Vidal, Luis Sastre, Pablo Robert, Quico Sastre, Santiago Sastre, Josep Jorba…). Otros con motos más actuales (Xiqui Mas, Enric Grifols, Josep Mª Vidal-Barraquer, Josep Bach, Pep Martí, Jordi Sala, Fran Iglesias)…
Sin entrar a personalizar, en este grupo de motards hay un palmarés de infarto en participaciones en competiciones de Regularidad y Rallyes de asfalto de los años ’80 y ‘90, Rallyes de Vehículos Históricos, Velocidad, Enduro, Trial… e incluso un Dakar Classic 2021 del Presidente Andreu Vidal, quién actualmente es participe en Rallies de Regularidad de Históricos y otros formatos de competición para amateurs en Cataluña. Así que el olor a gasolina nos impregna y nos motiva a todos.
Todo lo que empieza alrededor de una mesa…
… ¡bien acaba! Desde que nos inscribimos, ya empezamos a disfrutar. Quedamos varias veces para decidir la ruta, hacer estimaciones de puntuación según los Colls (Puertos de Montaña) que teníamos planificados. Sin embargo, cada quedada era bien regada de gin tonics, cerveza, vinitos y alguna comida, porque dicen que, con la tripa llena, se planifica mejor.
Pero las planificaciones son eso, planificaciones. Con el recuento de km y tramos de enlace, te das cuenta de que necesitas un helicóptero para hacerlo todo. Así que, “vuelta la burra al trillo”, a planificar de nuevo, hasta que por fin llegamos al consenso de las 3 rutas para los tres días. Ir en moto es una disfrutada, pero si además la acompañas con estos momentos de preparación y reunión, es como la sal, un potenciador de sensaciones.
Empieza la ruta
Nuestro grupo, el de los que íbamos con las clásicas, tenía la base en Camprodon, acogidos en casa del mejor anfitrión, nuestro Presi. Salimos de Sant Cugat del Vallès muy cerca de Barcelona, después de un “tentenpie” y empezamos nuestra ruta. Y al empezar, la primera en la frente: a uno del grupo le saltaron los guantes de la bolsa del depósito. Unos pararon a recogerlos, los primeros no se dieron cuenta y ya nos desagrupamos sin haber llegado al primer Coll. No era buen comienzo, no…
Pero como muchas cosas en la vida, aparece la otra cara de la moneda. Como era viernes laborable, pudimos disfrutar de los Colls que están más próximos a Barcelona, como Obac, Estenalles, Pullosa, Collformic y Santa Fe del Montseny sin el trafico de motos y bicicletas, y sin las caravanas de algunas de las rutas organizadas masificadas. Un gustazo y un lujado en toda regla.
La Organización de la 100 Colls puso a nuestra disposición una APP para el móvil y un transponder. Esta app geolocalizaba tu posición y te marcaba el paso por el Coll con una bandera verde y una “alegre melodía” (parecida a la de una corneta anunciando el asalto del 7º de Caballería) que oíamos a través del intercomunicador…
Como os podéis imaginar en los primeros Colls el desconcierto era reinante ¿a ti te ha sonado? ¿¡a mí no!? ¿nos contaran los puntos? Un montón de preguntas, que tampoco tienes mucho tiempo de discutir, porque ya estás pensando en el siguiente y mantienes la esperanza que contabilice todo correctamente. Sin embargo, cuando vas en la moto, las prisas de cumplir con tu planificación te crean una incertidumbre adicional que, visto con perspectiva, es muy divertido.
La 100 Colls y el turismo en Catalunya
En nuestro camino hacia Camprodon, el cielo se veía cada vez más negro y amenazante. Pero como cuando vas justo de gasolina, siempre piensas que llegaras a la próxima gasolinera y te quedas sin, pues eso, pensamos lo mismo. Y a unos kilómetros de “casa”, sin estar enfundados en los equipos de lluvia, la madre naturaleza nos recordó quien manda, y llegamos empapados. Pero te lo tomas bien. Has hecho unos 250 km por carreteras deliciosas y te espera una ducha de agua caliente, unas cervecitas y una cenita en Camprodon que nos hizo saltar las lágrimas. Después de la cena, gintonic y caldos escoceses de rigor para decidir la hora de salida del sábado, que iba a ser la jornada más dura. La unanimidad fue forzada entre los que madrugan y a los que hay que hacer madrugar, nada que no se solucione con una buena sobremesa…
El sábado nuestro anfitrión tuvo a bien prepararnos en su casa un buen desayuno a base de embutidos y quesos. Los saboreamos como si no hubiera un mañana, pensando en hacer acopio de fuerzas ante la ruta que nos habíamos planificado. En los Colls franceses de Catalunya Nord (Ares, Xatard, Palomera, Roca Gelera, St. Lluís…) tuvimos oportunidad de probar cómo ni nuestras venerables máquinas ni nuestros neumáticos se arrugaron con el agua. Varios del grupo montábamos neumáticos nuevos que, junto con el impecable asfalto que encontramos, hizo que la ruta en mojado fuera un plus añadido. Paramos a comer algo en Sournia, un pueblecito francés encantador. Aunque la poca variedad en los bocadillos, -muy a nuestro pesar solo tenían de queso y jamón, y “c’est fini”-, estuvo más que compensado con la gran amabilidad de los locales.
¡Más agua en la 100 C0lls!
Parada para fotografía de rigor en el manantial de Vilajuïga, para enviársela a un miembro del Club gran aficionado al motociclismo y ligado a este manantial. Conseguir la foto tampoco fue tarea difícil. A la hora que pasamos no había nadie, así que paramos amablemente un coche, se lo pedimos y no tuvo ningún reparo en hacernos la foto. Total: que nuestra ruta pasando por Francia, y volviendo a Catalunya por la Jonquera, disfrutando de la maravillosa Costa Brava en Girona, para adentrarnos en la Catalunya interior de vuelta a Camprodon. En total unos 600 km, y unas 13 horas de moto que nos supieron a gloria.
Mención especial merecen los 2 “jovencitos” del grupo, Andreu Vidal y Lluís Sastre que se picaron en la subida a Sant Pere de Rodes como si tuvieran 20 años. Sí, se picaron, habéis leído bien, y con 73 y 71 años a sus espaldas, los que íbamos detrás de ellos no los seguimos rezando para que no tuvieran ningún susto. Ya se sabe, los que han competido y llevan gasolina en las venas difícilmente dejan escapar una oportunidad para medirse. Ellos disfrutaron y nosotros también viéndolos detrás. Todo acabo bien, como no podía ser de otra manera como másteres que son rodando en moto.
De vuelta en Camprodón
Llegamos a Camprodon a tiempo para ducharnos y salir a cenar de nuevo al mismo restaurante del viernes. Con buen criterio, la organización “nos apagaba” el transponder de 11 de la noche a las 6 de la mañana, no fuera que algunos llevaran su ánimo competitivo demasiado lejos. Para nosotros, la 100 Colls es un juego, y por ello competitivo, pero lo importante es que la cena fue muy especial y distendida. Pero fue más divertido aún el movernos los cinco con el Land Rover de Andreu de 1976. Tres delante en la bancada delantera, y dos detrás sentados en las banquetas laterales. Todo ello pasando y botando por caminos muy estrechos, y cerca de un riachuelo del que no quisimos averiguar su nombre.
Por cierto, el coche lo compró nuevo en su momento, así que el tema tiene mucho más mérito si cabe. Lo nuestro por las G/S 80 es igualmente amor por los clásicos. Hay que reconocer que alguna de las monturas se resintió en la parte eléctrica, pero al igual que nuestra cena nos sirvió para recomponer el tipo, una buena carga de batería puso en solfa a la más fatigada.
Domingo y final de la 100 Colls…
El domingo ya lo encaramos de otra manera. Retrasamos la salida para compensar a los menos madrugadores y, para perder el menor tiempo posible, desayunamos fuera antes de empezar la ruta. Hicimos algún cambio porque queríamos ir al Coll de Pal, pero la obligación de llegar antes de las 13hr al Món Sant Benet, nos hizo desistir y acortar la ruta.
Pasado este Coll, y dado que el domingo iba a ser un día de disfrute sin la presión de los km, hicimos una parada en una churrería que tiene montada un paisano, donde nos dimos el homenaje de unas porras con chocolate bien acompañados de otros motards y ciclistas habituales de la zona.
Alguno del grupo con cierta edad y necesidad de cuidarse, quiso que las fotos no salieran del grupo, no fuera que algún cónyuge se enterara de la inconveniencia del dulce manjar. Pero claro está, que no fue así y todo quedo debidamente registrado. El camino a Món San Benet fue del todo fluido y sin sobresaltos, disfrutando a tope de los últimos Colls de la ruta.
La llegada a meta
La Organización nos hizo una recepción por todo lo alto. “Foto finishers” de llegada, parque cerrado para nuestras motos, y una comida excelente servida en el maravilloso restaurante estrella Michelin del Món Sant Benet. Un detallazo por parte de la organización fue proyectar en directo el Gran Premio de España de Moto GP en Jerez, mientras nos servían la comida.
Para todos nosotros quizás el resumen sería: DISFRUTAR, DISFRUTAR Y DISFRUTAR, porque eso es exactamente lo que pasó desde el viernes a las 13hr hasta el domingo. Además, como apuntaba al principio, por las características y formato del evento, la 100 Colls permite algo muy atractivo para cada motard: hacerlo a tu manera.