100 Colls 2023: ¡Sana locura!

100 Colls 2023: ¡Sana locura!

100 Colls 2023. Noche cerrada en el Port de la Gallina. Llueve. Hace frío. Llevamos casi 700 km en el cuerpo y hemos subido 24 puertos de montaña en un solo día. Un rebeco, uno más, pasa por delante de la rueda de mi Kawasaki Versys 650. Seguimos.

Pienso en que nos espera una cama, el apartamento, la ducha, cena en un restaurante y risas, pese al agotamiento. Decidí subir la visera del casco. Una brisa fría y las gotas de lluvia me acarician la cara. Las gafas se me empañan pero… ¡soy feliz!

¿Qué demonios tiene esto de las 100 Colls que nos gusta a pesar de su dureza? Una pregunta a la que es muy difícil dar respuesta.

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Segunda edición

Tras el éxito obtenido durante su primera edición, la de 2022, en Solo Moto quisimos estar presentes en la prueba 100 Colls, organizada por nuestros amigos de Crom Events, los mismos que organizan también la CromRide.

Nos inscribimos como equipo de pareja un servidor y Miquel Ángel Ferres (Jou), mi socio en tantas y tantas aventuras. Nos lanzamos a la aventura sin más información previa que la que pudimos obtener a través del site específico de la prueba más algunos inputs de colegas que ya habían participado el año pasado. Sin embargo, y por lo visto, poco o nada tiene que ver el nivel de los participantes de este año con los protagonistas de la edición del año pasado.

Si una cosa nos ha quedó clara antes de tomar parte en esta prueba, es que la preparación previa y estrategia es parte fundamental de la misma.

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Inscripción

Lo cierto es que nosotros, como medio de comunicación especializado y también a nivel personal, tenemos la suerte de estar en contacto más o menos continuo con la organización de la 100 Colls. Por eso, a la hora de inscribirnos lo hicimos directamente hablando con ellos y no por la vía habitual de cualquier participante, que sería mediante la página web del evento. Sin embargo, eso no quita para que a partir de ese momento siguiéramos los mismos pasos que cualquier otro participante.

Para empezar, abonamos los 165 euros por participante más los 50 euros de fianza por los trackers, que son los aparatos que envían una señal vía satélite y que permite a la organización controlar nuestra posición en todo momento. Por este sistema también se validan los pasos por los Colls (puertos de montaña) puntuables, que están geolocalizados por la organización, aunque se cuidan mucho de no facilitar sus coordenadas a los participantes, solo el nombre del Coll y su posición en un mapa de papel que te envían a casa. La razón es que quieren que te esfuerces en trazar una estrategia y que no te limites a introducir simplemente las coordenadas en un GPS y que se encargue él de hacerte la ruta.

Como decimos, a los pocos días de inscribirte recibes en tu domicilio, además del mencionado tracker, un mapa de papel donde están señalados los 100 Colls (son distintos a los de la edición anterior) y los dorsales, además de algunos obsequios: un buff, bolígrafos, llaveros…

A partir de ese momento ya puedes empezar a diseñar tu propia estrategia.

La 100 Colls no es una competición con el crono por medio, pero sí que es una prueba en la que se establece una clasificación en función de los puntos conseguidos al coronar los puertos de montaña propuestos por la organización.

No todos los puertos puntúan lo mismo, el valor de cada uno se pondera a la dificultad de acceso al mismo, es decir, al estado de la carretera, lo estrecha que sea la misma, lo revirada, etc, a lo alejado que esté de otros puertos, a su altitud… y a otros detalles que se tienen en cuenta por parte de la organización. Los colls se categorizan por colores: verde, hasta 250 punto; azul, de 251 a 500 puntos; rojo, de 501 a 750 puntos y negro, de 751 puntos hacia arriba. El puerto que menos puntuaba en esta edición otorgaba 123 puntos, el Coll del Frare, en la Costa Brava, y el que más 1.177 puntos, que era el Coll de la Rabassa, en Andorra. Por tanto, la estrategia decidiendo la ruta es fundamental.

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Estrategia

Lo cierto es que cuando recibes el mapa y ves tal cantidad de colls señalados, y que cada uno de ellos tiene una puntuación distinta, se te hace difícil ver con claridad por dónde empezar a trazar la ruta.

Inicialmente nos planteamos lo posibilidad de dar comienzo a nuestra aventura por los picos de Francia, pues son los que más puntos dan individualmente. Sin embargo, tras estudiar el mapa con detenimiento, vimos que sería mejor opción dar comienzo al fin de semana desde las carreteras del sur, en Tarragona, donde los Colls no puntúan tanto pero son más accesibles y fáciles de encadenar.

¿Acertamos?, pues sí y no.

En esta prueba me ha quedado claro que la capacidad de sacrificio y obsesión por encadenar puertos es la que define la clasificación. Así, por ejemplo, el ganador, Davide Sirocchi (Italia), consiguió coronar 72 puertos de montaña. Eso sí, el precio que tuvo que pagar fue, por ejemplo, que el viernes solo paró cinco minutos (literalmente) y lo hizo para repostar. Así, a base de barritas energéticas y de parar sólo para llenar el depósito, además de tener un muy buen ritmo, está claro, logró su merecida victoria.

Nosotros no apuramos tanto. Os lo avanzo.

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Planteamiento: disfrutar

Teníamos claro que lo queríamos hacer bien, está claro, no queríamos se los últimos en la clasificación final, pero también nos habíamos propuesto disfrutar de tres días de ruta, no estábamos dispuestos a sacrificarnos hasta el punto de tener que rodar incómodos, cansados y sufriendo.

Así, el viernes, con un ritmo allegro ma non troppo, hicimos un par de paradas para comer algo y estirar las piernas, y no llegamos a apurar el horario permitido por el reglamento de la prueba, que era de 13:00 h a 22:00 h, así que a las 21:00 h paramos en Vilaplana, un pequeño pueblo tarraconense que nos permitiría partir desde un buen enclave estratégico al día siguiente.

El sábado salimos a las 7:30 h (se podía empezar a las 7:00 h) para terminar la jornada a las 21.30 h en Andorra, después de barrer la Cataluña Central y recorrer la zona occidental de los Pirineos antes de hacer noche en Sant Julià de Loria, agradecido refugio tras haber estado rodando las dos últimas horas bajo la lluvia.

El último día, el domingo, más relajados y ya de camino al punto de reunión previsto por la organización en Manresa, disfrutamos de los rincones de la Sierra del Cadí, con espectaculares vistas desde lo más alto, donde la niebla que se formó con la lluvia caída el día antes brindaba un verdadero espectáculo para los sentidos.

Ese día llegamos a la meta, que en esta segunda edición repitió ubicación en el Món Sant Benet, a las 12 h del mediodía, cuando la hora tope eran las 13 h, y eso que improvisamos un último puerto de montaña que no estaba previsto en la ruta diseñada por Jou para este último día. Allí descubrimos un despliegue impresionante que emociona, es el broche final a una aventura que nos ha llevado a recorrer, durante más de 1.300 kilómetros de curvas, casi toda la geografía catalana.

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Logística

Está claro que lo primero y más importante en esta aventura es diseñar una ruta, porque de hecho la 100 Colls se podría decir que es un “juego de estrategia” en el que la pieza clave es el recorrido que tengas previsto hacer cada una de las tres jornadas. En eso Jou es un auténtico maestro. Antes de tomar la salida comentamos la jugada, hice algunas aportaciones y solo me tuve que dedicar a conducir y seguir el guion, que apenas modificamos, y preocuparme de donde dormir, comer, repostar o descansar. Y la verdad es que tengo que decir que, a excepción del viernes, que añadimos 4 puertos al plan inicial, el resto de la ruta Jou la clavó casi al minuto.

Como hemos comentado anteriormente, la primera noche dormimos en Vilaplana, una pequeña población del Camp de Tarragona, y la segunda lo hicimos en Sant Julià de Loria, en Andorra. En ambos casos escogimos un apartamento en lugar de un hotel porque de esta forma podríamos preparar mejor la estrategia del día siguiente, debatiendo sentados y con mapas, ordenadores y navegadores encima de la mesa. También, a la hora de partir por la mañana era más rápido y efectivo: café con leche, madalena y carretera. Eso sí, los dos días cenamos cerca del apartamento, a menos de 5 minutos andando, no queríamos ocupar el tiempo en otra cosa que no fuese descansar y prepararnos para el día siguiente.

El apartamento de Tarragona nos costó unos 90 euros y el de Andorra 240, aunque hay que decir que el segundo era mucho más grande y confortable, lástima que no lo pudiésemos aprovechar, pues llegamos mojados pasadas las 21:00 h, nos pegábamos una ducha rápida, fuimos a cenar a un argentino que estaba cerca y regresábamos sobre las 00:00 h. Ese día, durante la cena compartimos detalles para el día siguiente, así que al llegar al apartamento solo teníamos que prepararlo todo para salir a las 7:00 h de la mañana.

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La ruta

Nuestro punto de encuentro fue la gasolinera de la AP-2 que hay a la salida de Barcelona. ¿Quién no ha quedado alguna vez en “La Porta del Barcelona” para iniciar una ruta en moto? Desde allí fuimos a Tortosa, Tarragona, donde repostamos y comimos algo rápido antes de empezar la aventura. Cumplimos el plan establecido, que era apurar al máximo el horario de la prueba, así que a las 13:00 h ya estábamos en nuestro primer puerto, que sería el Coll de Montcaro. En esta primera jornada logramos pasar por 18 puertos e hicimos un total de 514 km contando desde salir de casa, y 347 km si solo contamos desde el primer puerto a las 13:00 h y hasta llegar a Vilaplana a las 21:00 h.

Fue una jornada de adaptación, de coger el ritmo, comprobar que el tracker nos estaba validando los puertos, etc.

Nuestra idea original era acabar en Coll Major, Falset, pero al final añadimos cuatro puertos más a nuestro plan: el Coll de Marrades, en Porrera, para seguir con un bucle extra en la Sierra del Montsant que nos llevaría a pasar por el Coll dels Mònecs (Ulldemolins) y el Coll d’Alforja, en La Granadella. Finalmente llegamos hasta el Coll de la Batalla, desde donde retrocedimos para dormir en Vilaplana. En total, 100 km y 4 puertos más con respecto a los previsto por Jou.

Al finalizar de la jornada en la clasificación estábamos en la posición 72, lo cual nos dejó bastante indiferentes, y es que nosotros habíamos decidido empezar por la provincia de Tarragona, donde había mucha densidad de puertos pero con una puntuación media/baja. Sabíamos que otros participantes habían empezado por Francia, donde entre puerto y puerto había más distancia pero estos puntuaban mucho más.

Cenita, filete de ciervo para mí y bacalao gratinado con all i oli para Jou, y a la cama tras repasar el pan del día siguiente en el apartamento.

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Segunda jornada

El día más largo. Desde las 7:30 h de la mañana hasta las 21:30 h de la noche. Subimos un total de 24 puertos y recorrimos 670 km por carreteras de todo tipo. ¡No está mal!

Al inicio de esta jornada nos sucedió que un par de puertos (como, por ejemplo, el Coll de Capafonts) aparentemente no nos los validaron, pues no llego la señal sonora, la bendita/maldita musiquita del séptimo de caballería que sonaba cuando pasabas por un puerto. Así que decidimos parar en Prades y, consultando con la organización, que pone a disposición del participante un chat mediante el que te puedes comunicar con ellos en todo momento, nos confirmaron que sí, que a ellos les aparecía como que lo habíamos pasado pero que no nos debía haber llegado la señal por algún extraño motivo… ¡menudo descanso! Eso sí, el Coll de Llebres, el otro puerto en el que no oímos la señal acústica, lo tuvimos que volver a hacer porque, en este caso sí, habíamos pasado a escasos 500 metros del lugar señalado por la organización y no nos lo había contado. Alucinante el control que tienen de cada participante con el tracker.

Repostamos en La Llacuna y allí nos compramos un par de bocadillos que pedimos que los cortasen en tres trozos para irlos devorando en las paradas. Fue un día muy intenso y gratificante a la vez.

En esta jornada, en la que en dirección a La Seu d’Urgell teníamos previsto acabar en Andorra, disfrutamos mucho a de la conducción pero la verdad es que el final se nos hizo bastante duro. Uno de los puertos previstos (Coll Lligats) lo abandonamos porque el piso estaba fatal, con tierra y muchos agujeros, y pensamos que no nos aportaría demasiado y perderíamos mucho tiempo.

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Antes de llegar a Solsona fuimos a buscar El Colls, para seguir, pasada ya la capital de la comarca del Solsonés, el Coll del Vent y el mítico Coll de Jou, para hacer nuestra primera parada del día en Cambrils, la de Lleida no la de Tarragona, donde aprovechamos para comer algo. Unos motards nos preguntaron qué demonios hacíamos con tanta prisa. Les explicamos que estábamos en la 100 Colls y tras pedirnos información se plantearon apuntarse a la próxima edición…

Tras el obligado paso por unos túneles que hay que antes de llegar a Coll de Nargó, repostamos y nos fuimos hacia el Coll de Ares. Inolvidable trazado en una pista de hormigón con unas vistas espectaculares, en un punto donde habitualmente se tiran muchos “chiflados” en parapente. Unos vuelan, otros vamos en moto…

En Tremp hicimos un bucle y, con negros nubarrones amenazando lluvia, nos fuimos hacia la Seu d'Urgell.

Finalmente, la amenaza se terminó confirmando y desde Sort hasta La Seu d’Urgell y después hasta Andorra nos estuvo lloviendo sin parar.

No satisfechos con nuestro trabajo, decidimos abordar uno de los dos puertos programamos en Andorra para el domingo, en concreto el Coll de la Gallina. Lluvia, frío, noche, sorpresas. Aventura en estado puro. Una vez validado el retorcido Coll de La Gallina, directos al apartamento.

Ducha y cena en un restaurante argentino que estaba a apenas cinco minutos a pie de nuestro espacioso apartamento.

¿La clasificación?, pues subiendo, entre los 55 primeros al finalizar la jornada.

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Final de fiesta

Al día siguiente nos pusimos en marcha a las 7:00 h, después de desayunar en el mismo apartamento, y nos dirigimos rápidamente a coronar La Rabasa, el segundo puerto andorrano programado para esta aventura. De hecho, como he dicho antes, tanto éste como el Coll de la Gallina estaba previsto hacerlos durante la mañana del domingo, pero como el sábado llegamos a la Seu con tiempo, y pese a la lluvia que caía, decidimos hacer La Gallina antes de ir al apartamento y así tratar de sumar alguno más de los previstos para el domingo de camino al Món Sant Benet, meta de la 100 Colls.

Sería esta una jornada mucho más relajada que las anteriores, en la que hicimos un total de 239 km desde Andorra hasta Manresa, donde teníamos que llegar antes de las 13:00 h, y si no… ¡descalificados!

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Con solo 3 puertos de montaña por delante (el de la Rabassa no lo cuento), decidimos parar para hidratarnos y coger fuerzas a base de una deliciosa ensaimada con crema en Gossol, tras haber coronado ya el Coll de la Trava. De ahí, nos fuimos en dirección a Berga, pasando por el Coll de Josa y el de Fumanya antes de decir añadir la subida hasta el Coll de Jouet de manera improvisada a nuestra ruta, lo cual nos dejó con una sensación de un final feliz antes de nuestra llegada al Món Sant Benet. Finalmente fueron 5 los puertos que hicimos el domingo.

La verdad es que una en la llegada emociona ver un parking repleto de motos de todas las marcas y tipología y encontrarse a compañeros de viaje y amigos que, cada uno a su aire, por equipos o por parejas, se diseñaron su particular 100 Colls.

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Todos juntos tras la particular aventura de cada uno, explicándonos las "batallitas" vividas durante estos tres días en los que recorrimos, unos más que otros, Cataluña de norte a sur y de este a oeste. Anécdotas que en un ambiente distendido y ante un exquisito plato de pollo campero asado y relleno de trufa (un 10 para el menú post-evento) parecían más épicas que lo vivido hacía apenas una horas: "...bajo una lluvia torrencial, con el agua a la altura de las estriberas, no se podía ver ni a tres metros...", "...cinco horas estuvimos rodando bajo la lluvia...", "...nosotros solo hemos parado para repostar...". Ya sabéis, los moteros somos así.

Por lo que respecta a la clasificación, pues la verdad es que nos dimos por satisfechos: acabamos en el puesto 47 después de coronar (casualidad) 47 puertos.

Conclusiones

No vamos a descubrir ahora lo placentero que resulta viajar en moto. Las miles de curvas que dibujan la 100 Colls son un placer para los sentidos que, entre otras muchas historias, te permiten vivir inolvidables sensaciones a nivel de conducción.

Más allá de la vital estrategia, descubrimos paisajes fascinantes y, una vez más, nos sentimos afortunados de vivir en un país tan rico en contrastes.

Desde mi punto de vista, el encanto de esta prueba radica en que cada uno decide por sí mismo su ruta, teniendo muy en cuenta su capacidad de sufrimiento o sus ganas de disfrutar, o ambas al mismo tiempo.

En definitiva, libertad para escoger tu propio camino, y será que lo de la libertad va muy unido a lo que significa la magia de dos ruedas y un motor. ¡Sana locura!

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Estrategia y ruta (Por Miquel Ángel Ferrer, “Jou”)

“Para diseñar la ruta he empleado un programa de descarga gratuita porque siempre he utilizado el mismo y me ha dado muy buenos resultados. Tras diseñar la ruta en un PC, la pasé en un formato gpx, a una app que se llama OsmAnd, también gratuita, y que no precisa de datos para indicarte la ruta a seguir.

Al margen del navegador, me gusta hacerme unas “chuletas” con indicaciones básicas en las que apunto, muy grosso modo, la ruta punto a punto. La verdad es que me resulta muy útil para verificar que el navegador está cumpliendo con la ruta que le he introducido. Estas chuletas están plastificadas y las llevo enganchadas en el depósito con cinta americana y en ellas señalé, en el caso de la 100 Colls, los puertos por los que pasamos y la vía por la que nos dirigimos de un punto a otro”.

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Equipaje y equipamiento

El equipaje es algo muy personal. Nosotros tuvimos la suerte de que nuestras Kawasaki Versys 650 eran la versión Tourer Plus, así que equipaban maletas de origen y por tanto viajamos con mucha comodidad.

¿Qué llevaba en mi maleta? Pues poca cosa. Unos tejanos, zapatillas deportivas, camisetas, ropa interior, calcetines, leotardos por si hace frío (soy friolero) y un neceser con lo más básico para el aseo personal.

Siempre que iniciamos una ruta tenemos que prever que pueda llover, así que un traje de agua, visera clara para el caso si llevamos puesta una ahumada, unos guantes de repuesto y un spray que repela el agua para rociar la visera antes de que llueva (¡funcionó!) nunca está de más. Una correa por si hay que remolcar o improvisar una reparación, cinta americana, herramienta multiuso, manómetro para las presiones de los neumáticos y mapa de Michelin, por si la tecnología falla.

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En una bolsa todo el cableado para los teléfonos móviles, que en el caso de la 100 Colls hemos usado dos, uno como GPS (sin datos móviles) y el otro con la aplicación de la prueba, que te avisa cuando coronas un Coll. Ah, y el tracker para estar geolocalizado por la organización en todo momento, claro.

Algo de vital importancia es el poder estar comunicado con tu “socio”. Nosotros lo hicimos con unos intercomunicadores que funcionaron muy bien y aguantaron la batería durante las tres jornadas.

Port último una botella de agua o Aquarius para hidratarme y reponer sales minerales, además de una bolsa con frutos secos.

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Nos despedimos hasta la edición de la 100 Colls 2024, que ya tiene fecha: 26, 27 y 28 de abril.

Puedes acceder a la galería de fotos del evento desde aquí: 100 Colls 2023.

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